Desde que aterrizó en Madrid hace 15 años, el mallorquín Javier Bonet ha liderado algunos de los proyectos gastronómicos más dinámicos de la ciudad. Con Sala de Despiece acuñó incluso un verbo, ponzando, poniendo de moda la Calle Ponzano para comer y beber bien. Hoy Sala de Despiece se propone como una marca, SDD, que reúne todas las experiencias relacionadas con su universo. La más reciente, Galería Comercial: una cámara frigorífica, una tienda de ropa, una galería de arte, una instalación cambiante, un decorado. “Las galerías comerciales están desapareciendo. Hemos recuperado este nombre genérico donde, además de vender nuestro producto de marca, generamos vínculos con el arte. Por eso, más que con un simple arquitecto, hemos trabajado con un artista”.
El responsable del espacio es Luis Úrculo, cabeza visible del estudio creativo Niños Héroes, quien trató de “tener un poco de enigma. Esto es algo muy japonés. En occidente, cuando vas a una tienda, suelen exagerar al contar demasiado lo que hay dentro, con todo el producto lo más expuesto posible. En Japón se evita ese afán primario de llenarlo de cosas para generar experiencia y narrativa. El objetivo es darle a cada producto su lugar”.
Úrculo ha modulado esta pequeña estancia con frigoríficos de puertas de cristal que sirven de exposición de producto y trabajo. La instalación inicial (le seguirán otros artistas) son sus dibujos de algunos platos característicos del restaurante (el churrasco cenital, el pimiento de Palermo, el tartar de atún…). Junto a ellos, detrás de cada puerta, se exhibe la mercancía de SDD: gorras y delantales del personal, sudaderas, camisetas de edición limitada, incluso un jabón de aceite reciclado con aroma a vino tinto. “Un cliente de Nueva York que vino a cenar y luego fue a la tienda nos dijo que fue como un viaje. Esta es nuestra idea, llevar SDD lo más lejos posible y que quienes lo visiten nos acompañen”, concluye Bonet.